E-A de la Expresión Plástica y Visual: VIDA Y OBRA DE FRANCISO SALZILLO. Obra " El prendimiento"

1. Biografia

(Murcia, 1707-id., 1783) Escultor español. Su padre, el escultor napolitano Nicolás Salzillo, se estableció en Murcia unos años antes del nacimiento de Francisco, y abrió en la ciudad un taller en el que se formaron sus hijos, Juan Antonio, José, Inés y Francisco que también se dedicaron a la escultura (más concretamente a la policromía de las figuras).

A la muerte de su padre, Francisco Salzillo se hizo cargo del taller familiar, en el que continuó al principio el estilo paterno. Su primera obra enteramente personal es también la más valorada por la crítica en la actualidad, el famoso Pesebre de más de 800 piezas realizado al estilo de los belenes napolitanos de finales del siglo XVII; estas figuras, esculpidas en barro cocido, madera o cartón, sobresalen por su realismo extremo y su enorme expresividad, hasta el punto de que se consideran inspiradas en tipos populares.

Francisco Salzillo

Ademas, Franciso Salzillo fue muy reconocido por otras provincias limítrofes de Murcia. Sus obras fueron muy aclamadas y deseadas por todos y no solo por las Iglesias de Murcia sino también por las Iglesias de Alicante, Albacete y Almería.

Este éxito hizo que en 1959 se le nombrara "Escultor oficial del Concejo de Murcia e inspector de pintura y escultura", trasladando así su taller y residencia al barrio de San Andrés a la calle Vinader

2. TÉCNICA DE SALZILLO

Salzillo es un destacado por su gran elegancia a la hora de trabajar con la madera de una forma segura y con soltura. De esta manera, consigue darle a cada una de sus creaciones, sensación de movimiento y elegancia a la materia inanimada.

Las vestimentas de las figuras, la realiza con muchos pligues. Las cabezas de dichas figuras, se sitúan sobre cuellos que se encuentran ligeramente movidos hacia la izquierda o la derecha. Al mismo tiempo, las figuras masculinas llevan una muy lograda barba de un aspecto muy natural que es capaz de transmitir en sí misma una sensación de movimiento.

Este escultor, en las figuras femeninas los pomúlos son redondeados y la barbilla tiene un gracioso abultamiento. Los ojos nunca son demasiado grandes, y nos transmiten al que lo contempla una sensación de viveza en su mirada

3. VIRTUOSISMO

Dicho escultor, utiliza para los ángeles una ligera variación como en el ángel de la oración del huerto con unos rasgos que nos hacen dudar a cerca de su género y también se da esta característica en el rostro de San Juan Bautista.

También podemos observar este virtuosismo, en la ejecución artística de las manos, ya que con ellas nos transmite también una gran sensación de movimiento como es característico en el autor que estamos estudiando. Esta sensación se transmite en todas sus obras.

Según el profesor Sánchez Moreno, es difícil poder saber la totalidad de su obra, pero si podemos saber según diversas fuentes, considerarlas de unos 55 años que iría desde 1728 a 1783.

San Juan Bautista

4. OBRA "EL PRENDIMIENTO"

El Beso o Prendimiento, tallado por Salzillo en 1763.

En la escena principal se encuentran las figuras de Cristo y Judas. Cristo llama la atención por su majestuosidad y serenidad, frente al discípulo infiel,Judas, con rasgos demoníacos, según era propio de la fisiognomía moralizadora del barroco. Esas dos figuras constituyen el eje central del juego de intencionalidades puesto de relieve por Salzillo. La forma de contrastar la mirada esquiva de un Cristo, de profunda naturaleza ética, se opone a los rasgos faunescos de su discípulo. Es fácil adivinar los sentimientos generados ante esta escena calculada para incluir en un mismo espacio momentos diferentes. De esta forma, un soldado, con curiosa armadura, contempla impasible el arresto. Su quietud, así como la mansedumbre de Cristo al aceptar el signo de la traición, contrasta con un violento San Pedro, que ha derribado a un Malco temeroso, caído a los pies del Apóstol, que sigue con el brazo levantado, con sus músculos en tensión.

Al final de ese recorrido se puede comprender la forma de introducir sentimientos encontrados en las figuras y, sobre todo, valorar la secuencia narrativa tan sabiamente utilizada por Salzillo. En 1761 había tallado la Cena como instante profético de la traición. Dos años después el Prendimiento hacía realidad el fatídico anuncio.